Y me pregunto... ¿qué era esa esfera antes de ser el ser que abarca todo lo que es? ¿Era algo? ¿Era una esfera? ¿Había un 'antes'? ¿Cómo llegó a 'ser' esa esfera que abarca todo lo que 'es'? ¿Surgió de la nada? El ser y la nada...
Esa esfera, sin dejar de ser una imagen poderosa, me hace pensar que fuera de ella está la mismísima "nada", siempre despreciable, siempre despreciada.
Si en una cuestión crucial como esta necesitamos pensar en opuestos para vislumbrar algo (algo que "es" versus lo que "no es"), ¿podríamos pretender, en nuestro afán de ser, derribar estos opuestos sin destruir a nuestros oponentes, en el mundo, en la vida, codo a codo con los otros?
¿Cuánta agresividad preciso para afianzarme, para identificarme a mi mismo sin (con)fundirme en lo que "no soy yo"? ¿Cómo ejercer esa agresividad sin llegar a la aniquilación, al "no ser del otro ni de mi mismo"? ¿Cuánta necesidad de YO tengo, para ser YO?
¿Existe otra manera de afianzarme (dice el YO) sin confrontar a "lo otro" o, confrontando sin llegar a la aniquilación del otro? ¿Puedo distinguirme para percibirme, para sentir que SOY, sin oponerme a lo que "no soy" (a quienes no soy) de modo irrevocable, necesitando inevitablemente ser artífice y responsable de la desaparición de mi oponente? ¿Existe algún otro modo de diferenciarse que no sea por oposición? Porque el peligro reside en la oposición desmedida y la desmesura en el modo en que nos oponemos a lo otro.
En definitiva, la cuestión pasa a ser la siguiente: ¿cuánto necesito odiar, para amar sin temer? Si temo no amo y a su vez, si nos oponemos somos dos y esto último es necesario para que yo sea yo, y el otro, otro. Una vez mas: identificación. Cuanto mas distinto, mas fácil que cada cual sea quien es: no importa quien es quien, sino que no nos confundamos, que no se trate de una misma cosa... Pero... ¿quién precisa identificarse?. Aquel que se percibe como existente, es decir, alguien existente, y conciente (pienso, ergo... soy).
Amar es otra cosa y surge de manera relevante cuando quienes se diferencian a través de la oposición son dos "yoes" intentando ser... Amar, es apertura, es perder(se), es, en todo caso, poner en riesgo al ser que soy y concientemente asumir la posibilidad de dejar de ser... Mientras somos quienes somos, ¿acaso realmente amamos? ¿Cuánto (y qué) ha de morir en cada uno de nosotros, para amar con todo el esplendor de lo que ello puede realmente significar?
(¡Que iluso alivio se siente en esto de pensar yo mi YO, y fantasear que los otros son tan solo una teoría...!)
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