martes, 28 de julio de 2009

EXISTENCIARIA (existencia diaria)



RETORNO, ETERNO RETORNO

a Frederik Nihilsche

El sentido(1) sentido(2)
es el único sentido...

¿Sentido único o a la inversa?
¿Es posible ir en reversa
sobre huellas temporales,
que han sido o serán
tormentas?

Fiasco esto del finalismo:
-eso de seguir cambiando
sin dejar de ser el mismo-
que es llamado evolución...

Con permiso y con perdón
válganos la aclaración:
"A nada nos dirigimos,
solo se trata de estar
estando...
donde estuvimos...
"

Glosario:
1-Sentido como orientación
2-Participio de "sentir"




DES-RETORNANDO (sin-cuenta)



No soy el mismo, el retorno es imposible...

Soy el mismo, el retorno es imposible...

No soy el mismo, el retorno es imposible...

Soy el mismo, el retorno es imposible...

No soy el mismo, el retorno es imposible...

Soy el mismo, el retorno es imposible...

No soy el mismo, el retorno es imposible...



X



No soy el mismo, el retorno es imposible...

Soy el mismo, el retorno es imposible...

No soy el mismo, el retorno es imposible...

Soy el mismo, el retorno es imposible...

No soy el mismo, el retorno es imposible...

Soy el mismo, el retorno es imposible...

No soy el mismo, el retorno es imposible...

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No hay retorno posible.





PARA-POR-QUES


Para retornar hay que partir,

para partir hay que avanzar
para avanzar hay que seguir
para seguir hay que vivir
para vivir hay que nacer
para nacer hay que sufrir
para sufrir hay que perder
para perder hay que tener
para tener hay que encontrar

para encontrar hay que buscar
para buscar hay que observar
para observar hay que volver
o detenerse...
porque volver es retornar...


VOLTARE

Vuelvo,
Mis pasos, paradojas:
los mismos a mis ojos...
y otros a mi memoria.

¿Vuelvo?

Sin ojos no hay regreso...
soy demasiado ciego,
fragmentario, vago, necio...

No veo un horizonte
y entonces no hay retorno,
solo pasos de tiempo
y la conciencia de un peso.

No vuelvo...





VIS-ION-ANDO




Veo que veo, sin ver.

Hago que hago... sin hacer.

Urgente es el respiro

y me es ajeno. Y es mío y era mío...

Ser testigo es la condena de existir.

También sufrir. Menos, reír:

mueca tirante, tensa,

con grados de agrado.

Placer que reverbera hasta "haber sido".

Deseo su regreso y

la impaciencia se adueña...



Apego mío, tan mío... no puedo dejarte ir.

Sé que no retornarás,

que eres dueño de los ciclos,

de los siglos...



En cambio yo,

solo una vez seré libre

en la brevedad de un resplandor,

de un no-tiempo y corazón,

para ya dejar de ser,

para ya dejar de ver.



Repetir no es retornar.

Del retorno nadie ha vuelto.

Una ilusión que al andar

ya no quiero. ¡Ya no quiero!.


miércoles, 8 de julio de 2009

Seamos sinceros... (Confianza - II)

Recapitulando

En el artículo anterior sobre la confianza vimos que: somos siempre con un otro y de ahí la importancia de abordar la cuestión de la confianza
  1. la confianza se construye en forma mutua y para que yo construya
    "confianza" con un otro, aquel y yo debemos compartir responsabilidades: el otro de facilitarme, en las sucesivas interacciones que harán a nuestra relación, esa construcción; yo de construir esa confianza desprendiéndome de mis prejuicios, para dejar sujeto mi confiar a las interacciones concretas entre el otro y yo (y no a supuestos infundados)
  2. interactuar desde roles sociales nos trae a la mano ideas preconcebidas que hay que observar en el proceso de construcción de confianza dada su influencia, porque la ansiedad por falta de información suele mermar según la autoridad que el rol ajeno represente
  3. soy libre, en todo caso, de desconfiar, si me siento amenazado o traicionado, para poder preservarme, conservando mi libertad
  4. desconfiar es lícito y aceptable cuando el otro no nos provee terreno fértil para sembrar una relación de confianza
  5. podemos hablar de distintos grados de confianza una vez que nos abocamos a construirla, es decir, una vez abandonado el lugar de la desconfianza
  6. la confianza propiamente dicha es la plena confianza, porque permite fluir sin interrupciones o ruidos en las interacciones con los demás
  7. la recurrencia suele favorecer la construccion de relaciones de confianza y lo contrario puede suceder cuando dos personas saben (creen) que solo interactuarán por única vez
  8. podemos recurrir a salvaguardas para relacionarnos con otros y si bien esto no es desconfianza absoluta tampoco se trata de confianza plena
  9. en una relación de confianza (plena), la potencia de acción de todos los involucrados aumenta, generando un ánimo compartido de apertura y entusiasmo
  10. la confianza es nuestro desafío como personas pensantes, responsables y libres, porque tenemos la capacidad de elegir cuando y en quien confiar.

Sigamos ahora ahondando en la confianza dese las perspectivas expuestas y agregando incluso otras...

Confianza y promesas sinceras

La cuestión principal que expondremos aquí hace a nuestra manera de vivir como seres humanos, por lo tanto tiene implicaciones morales.

Cuando desconfiamos lo hacemos, como hemos visto, por dos motivos principales:

a- porque en una o más interacciones con un otro, nos hemos sentido perjudicados, es decir, que se nos ha traicionado, defraudado, molestado, amenazado o dañado. Atribuimos intencionalidad negativa al otro.

b- porque mis prejuicios sobre el otro no me han permitido una apertura genuina a su propuesta, a su presencia, a su entrega. En este caso no estamos pudiedo evaluar que este otro pudo haber dado señales claras (invisibles ante la fuerza de nuestros prejuicios) para que podamos confiar.

Lo segundo demanda un trabajo personal: salirse de prejuicios es luchar contra respuestas automáticas y a menudo apresuradas ante las inquietudes que la presencia y accions del otro nos producen, sumadas a las que ya acarreamos con nosotros por sinnúmero de otros factores.

Lo primero significa que el otro ha roto alguna promesa y esto es lo que necesitaremos explorar con mayor profundidad.

Para empezar, cuando hablamos de promesas, nos estamos refiriendo a un concepto, un término que implica ya una interacción: alguien hace un PEDIDO/OFERTA y otro la ACEPTA o la RECHAZA.

Si hubo rechazo podemos hablar de que "no hay promesa constituída" tanto como que "hay una promesa de 'no hacer' lo pedido u ofrecido". En ambos casos cualquier reclamo resultaría inválido.

Si yo he hecho un pedido y el otro ha aceptado cumplirlo, ¡aquí tenemos una promesa!. La sinceridad del que acepta cumplir con mi pedido es fundamental y es lo que está en juego como parte crucial en el proceso de construcción de la confianza.

Si yo he hecho una oferta y el otro la ha aceptado, la sinceridad sigue siendo importantísima pero en este caso de mi parte: la oferta debe ser real, genuina... no se trata de ofrecer algo que no tengo, no puedo o no tengo intenciones de dar.

La vía inversa acerca de la sinceridad que se pone "en juego" es también válida. En el primer caso, pedir algo que no necesito no es sincero y, si bien el otro podrá cumplir con lo pedido, si se anoticia de que no era necesario, el hecho no ayudará a cimentar una buena relación: lo comprometí a que se preocupara (y ocupara) de un tema sin sentido.

En el segundo caso podrá preverse algo similar: si mi oferta es aceptada "para nada"... probablemente no querré ofrecer(me) nuevamente si descubro que lo hecho no ha servido o no ha interesado realmente al otro.

Como podemos ver, en estos casos la sinceridad se ha visto involucrada y esto nos indica que la SINCERIDAD hace a una cuestión de base en la confianza. Difícil, si no imposile, es confiar en alguien que "no es sincero" para alguien que se precie de sensato. Si no participamos de una interacción con actitudes sinceras, alguien posiblemente se estará escudando tras una máscara y sentiremos que se "nos usa" o se "nos manipula" y que esto no conribuye a potenciar las acciones que podrían lorarse colaborando en equipo. Se estará prestando atención y controlando las tareas y su modo de hacerla, se estará intentando generar garantías de cumplimiento, se estará con un ánimo ansioso generado por la duda, pero no se estará haciendo foco en las accions que son necesarias para hacernos caro de la cuestión que necesitamos.

En definitiva, si no confiamos en nuestros semejantes, nos estaremos dedicando a diversificar nuestro esfuerzo en cosas que resultarán del todo innecesarias. Por eso resulta necesario hacer propio el confiar, especialmente en aquellos que pueden sumar sus fuerzas y entrega en la coordinación de acciones como equipo y estar predispuestos a abrirnos y hacer un lugar de bienvenida.

miércoles, 1 de julio de 2009

Y... si no me tienen fe (Confianza - I)

Ser y confiar

Ser o no ser era la cuestión, antes... Ahora se trata de confiar o no confiar.

Confiar para ser. Pero no ser simplemente un ente existente. Ser requiere confiar porque somos con otros, constantemente, desde que abrimos los ojos al mundo y lo vemos, y este nos mira.

Pero no “somos” con cualquier otro o, si lo somos, a medida que crecemos, si somos cuidados en su compañía ese otro, tan extraño como el mundo, se vuelve parte de uno. En rigor, lo que permanece extraño es el mundo, y aquel “otro”, que tanta atención nos procura es usualmente “otra” (la madre). Con ella conformamos desde el comienzo algo inseparable y cuando pasa a ser “un otro”, difícilmente, a pesar de posibles ambivalencias, no se trate de alguien amigable...

Entonces, con el tiempo (y el desarrollo del niño) se desarrolla la conciencia y la madre pasa a ser realmente "un otro", pero difícilmente alguien extraño.
Mucha literatura psicológica hay acerca de esta evolución conjunta del ser y la confianza implícita entre madre-hijo/a.

Mucha literatura habla, también, con cierta intención moralizadora, del "otro" del mismo modo en que me referí a él al comienzo de este artículo, es decir, “el otro”, de manera genérica
para referir a aquel otro que no nos es cercano. Aquí es donde aparece el desafío nietzscheano de “amar al mas lejano, no al próximo” en uno de sus arrebatos anti-critianos. Fácil
es hacer lo segundo. Para hacer lo primero, necesitamos confiar...

Confianza en "el otro"

La cuestión que queremos abordar aquí es un aspecto de la confianza, cuando no se da simplemente por circunstancias biológico-evolutivas, sino como elección de vida, como un hábito en el vivir.

La confianza sintetiza un tanto la complejidad humana, como una interacción de tres dominios con características únicas: el corporal, el emocional y el lingüístico en tanto se siente y también se expresa como un juicio. En definitiva, juicio u opinión y emoción van juntos, ninguno de los dominios puede pensarse aisladamente.

Es entonces cuando sentir confianza hace a una opinión del tipo "yo confío en Fulano" o "Sultano es confiable" y frases como esas. Estas palabras mentales, silenciosas pero poderosas y rectoras retroalimentan el sentimiento de confianza y así la vivenciamos, en el cuerpo y en la “mente” que piensa y siente.

Confianza pude traducirse también como "decir sí". ¿A qué o a quién? A la posibilidad de acercarse al otro y de permitir que el otro se acerque... pero también trasciende a un primer acercamiento si la confianza preliminar se desarrolla, si se le da lugar a cimentarse, en las vivencias compartidas.

¿Como se desarrolla esta confianza entre dos extraños? Con interacciones. Cada acto de confianza es una apuesta donde, si se gana, probablemente se siga jugando, porque se lo necesita y ese "otro" (antes) abstracto, es alguien que lejos de ser genérico es concreto, viviente y cercano. La ambigüedad puede aparecer, igual que la duda, pero la cercanía y la costumbre, la historia de apuestas ganadas desde que se "tiene uso de razón" puede más y uno confía ante (y a pesar de) ciertas interrupciones y vuelve a confiar, a menos que haya demasiada susceptibilidad, lo que me hace dudar de que haya habido real confianza... La gravedad de los asuntos que atentan contra la confianza puede ser un gran alimento de la susceptibilidad humana.

Volviendo a la etapa de la niñez, el juego irónico de Nietzsche cobra valor cuando se traspasa el ámbito de la costumbre paulativamente, durante el desarrollo y la socialización del humano, entre allegados y atisbando fragmentos de un mundo externo es cuando se comienza a entrar en la paradoja de la confianza a voluntad, no una confianza de hecho sino por elección:
elijo confiar, en el compañero de trabajo, en el jefe o el subordinado, en el vecino, el conductor que está adelante, en el vendedor, el medico, el abogado o el juez, en el político, o en los desconocidos que, por miles, comparten la calle y los medios de transporte, los teatros, cines, restaurantes o templos. Sobre estos últimos acaso es mas difícil confiar. ¿Por qué?
Porque ni siquiera tenemos un trazo de información sobre sus vidas, gustos, preferencias, costumbres, marcos éticos, capacidad de comprensión, de empatía, solidaridad, amorosidad...
Nada conocemos del otro. Tenemos tantas razones desde “esa mismísima nada” para confiar como para no hacerlo. Si desconfiamos, elegimos la opción mas segura.
Cuando nos relacionamos con un extraño “desde su profesión o un juego de roles” la ansiedad suele mermar (¡a menos que se trate de un abogado, un vendedor o un dentista!). Algo de ellos creemos saber... algo construimos y eso es suficiente para, en muchos casos, abrir nuestras orejas y prestar atención (a la palabra “autorizada”) y, eventualmente, “confiar” y entregarnos a sus manos. La autoridad del "que sabe" suele ser un gran generador de confianza y la historia muchas veces lo ha demostrado... aunque ese saber sea atribuído por los "que no saben". También el sistema educativo tradicional se basa en esta asimetría y, muchas veces "pavimenta" la espontaneidad y creatividad de los "educandos", pero esto es otro tema.

Volviendo a la construcción de la confianza, puede suceder que la interacción entre dos extraños ocurra una única vez o que se forme algún tipo de vínculo construido sobre interacciones reiteradas. Las encrucijadas y decisiones, según sea el caso, serán muy distintas. La transacción única puede o no forjar algún lazo de confianza. Esta quizás sea la mínima indispensable sujeta solo a esa interacción pero no requerirá mucho más. Podemos hablar quizás en estos casos, de “prudencia”, especialmente si contamos o convenimos algún tipo de salvaguarda o protección. Siendo prudentes, en el sentido de ser precavido o cuidadoso, tratamos de obtener garantías "por las dudas... " y es que si tengo dudas no confío plenamente en el otro. Esto, a mi juicio, no es confianza genuina, es decir, la "confianza propiamente dicha".
Abandonar la desconfianza nos adentra en el "espacio de la confianza" que, no obstante, puede darse en diversos grados, posibilitando generar y mantener cierto contacto.
La auténtica confianza generalmente es construída en interacciones reiteradas, necesarias, que, como quiera que fuera, constituyen algún tipo de relación.

La confianza es necesaria para una relación de calidad. ¿Puede haber relación sin confianza plena? ¡Claro! pero difícilmente la habrá "en desconfianza": si la hay será una relación turbulenta y (seguramente también) breve. Si se extiende se tratará de una relación tóxica que mas vale modificar o desechar.
En los otros casos, la relación será mas llevadera, pero no será óptima ni plena, porque parte de nuestra energía, tiempo y acciones estarán dedicadas a vigilar, a controlar, o a generar instrumentos de resguardo. Esto impide la fluidez que gratifica y que nos sitúa (a mi y al otro) del mismo modo de cara al objetivo y las acciones que demandan la participación responsable de ambos...
La confianza da lugar al otro, pero no cualquier lugar. Convoca y suma partícipes con un ánimo similar y por lo tanto, en el decir del filósofo Spinoza, aumenta la potencia de acción.

Continuaremos explorando la confianza en sucesivas entregas.