miércoles, 8 de julio de 2009

Seamos sinceros... (Confianza - II)

Recapitulando

En el artículo anterior sobre la confianza vimos que: somos siempre con un otro y de ahí la importancia de abordar la cuestión de la confianza
  1. la confianza se construye en forma mutua y para que yo construya
    "confianza" con un otro, aquel y yo debemos compartir responsabilidades: el otro de facilitarme, en las sucesivas interacciones que harán a nuestra relación, esa construcción; yo de construir esa confianza desprendiéndome de mis prejuicios, para dejar sujeto mi confiar a las interacciones concretas entre el otro y yo (y no a supuestos infundados)
  2. interactuar desde roles sociales nos trae a la mano ideas preconcebidas que hay que observar en el proceso de construcción de confianza dada su influencia, porque la ansiedad por falta de información suele mermar según la autoridad que el rol ajeno represente
  3. soy libre, en todo caso, de desconfiar, si me siento amenazado o traicionado, para poder preservarme, conservando mi libertad
  4. desconfiar es lícito y aceptable cuando el otro no nos provee terreno fértil para sembrar una relación de confianza
  5. podemos hablar de distintos grados de confianza una vez que nos abocamos a construirla, es decir, una vez abandonado el lugar de la desconfianza
  6. la confianza propiamente dicha es la plena confianza, porque permite fluir sin interrupciones o ruidos en las interacciones con los demás
  7. la recurrencia suele favorecer la construccion de relaciones de confianza y lo contrario puede suceder cuando dos personas saben (creen) que solo interactuarán por única vez
  8. podemos recurrir a salvaguardas para relacionarnos con otros y si bien esto no es desconfianza absoluta tampoco se trata de confianza plena
  9. en una relación de confianza (plena), la potencia de acción de todos los involucrados aumenta, generando un ánimo compartido de apertura y entusiasmo
  10. la confianza es nuestro desafío como personas pensantes, responsables y libres, porque tenemos la capacidad de elegir cuando y en quien confiar.

Sigamos ahora ahondando en la confianza dese las perspectivas expuestas y agregando incluso otras...

Confianza y promesas sinceras

La cuestión principal que expondremos aquí hace a nuestra manera de vivir como seres humanos, por lo tanto tiene implicaciones morales.

Cuando desconfiamos lo hacemos, como hemos visto, por dos motivos principales:

a- porque en una o más interacciones con un otro, nos hemos sentido perjudicados, es decir, que se nos ha traicionado, defraudado, molestado, amenazado o dañado. Atribuimos intencionalidad negativa al otro.

b- porque mis prejuicios sobre el otro no me han permitido una apertura genuina a su propuesta, a su presencia, a su entrega. En este caso no estamos pudiedo evaluar que este otro pudo haber dado señales claras (invisibles ante la fuerza de nuestros prejuicios) para que podamos confiar.

Lo segundo demanda un trabajo personal: salirse de prejuicios es luchar contra respuestas automáticas y a menudo apresuradas ante las inquietudes que la presencia y accions del otro nos producen, sumadas a las que ya acarreamos con nosotros por sinnúmero de otros factores.

Lo primero significa que el otro ha roto alguna promesa y esto es lo que necesitaremos explorar con mayor profundidad.

Para empezar, cuando hablamos de promesas, nos estamos refiriendo a un concepto, un término que implica ya una interacción: alguien hace un PEDIDO/OFERTA y otro la ACEPTA o la RECHAZA.

Si hubo rechazo podemos hablar de que "no hay promesa constituída" tanto como que "hay una promesa de 'no hacer' lo pedido u ofrecido". En ambos casos cualquier reclamo resultaría inválido.

Si yo he hecho un pedido y el otro ha aceptado cumplirlo, ¡aquí tenemos una promesa!. La sinceridad del que acepta cumplir con mi pedido es fundamental y es lo que está en juego como parte crucial en el proceso de construcción de la confianza.

Si yo he hecho una oferta y el otro la ha aceptado, la sinceridad sigue siendo importantísima pero en este caso de mi parte: la oferta debe ser real, genuina... no se trata de ofrecer algo que no tengo, no puedo o no tengo intenciones de dar.

La vía inversa acerca de la sinceridad que se pone "en juego" es también válida. En el primer caso, pedir algo que no necesito no es sincero y, si bien el otro podrá cumplir con lo pedido, si se anoticia de que no era necesario, el hecho no ayudará a cimentar una buena relación: lo comprometí a que se preocupara (y ocupara) de un tema sin sentido.

En el segundo caso podrá preverse algo similar: si mi oferta es aceptada "para nada"... probablemente no querré ofrecer(me) nuevamente si descubro que lo hecho no ha servido o no ha interesado realmente al otro.

Como podemos ver, en estos casos la sinceridad se ha visto involucrada y esto nos indica que la SINCERIDAD hace a una cuestión de base en la confianza. Difícil, si no imposile, es confiar en alguien que "no es sincero" para alguien que se precie de sensato. Si no participamos de una interacción con actitudes sinceras, alguien posiblemente se estará escudando tras una máscara y sentiremos que se "nos usa" o se "nos manipula" y que esto no conribuye a potenciar las acciones que podrían lorarse colaborando en equipo. Se estará prestando atención y controlando las tareas y su modo de hacerla, se estará intentando generar garantías de cumplimiento, se estará con un ánimo ansioso generado por la duda, pero no se estará haciendo foco en las accions que son necesarias para hacernos caro de la cuestión que necesitamos.

En definitiva, si no confiamos en nuestros semejantes, nos estaremos dedicando a diversificar nuestro esfuerzo en cosas que resultarán del todo innecesarias. Por eso resulta necesario hacer propio el confiar, especialmente en aquellos que pueden sumar sus fuerzas y entrega en la coordinación de acciones como equipo y estar predispuestos a abrirnos y hacer un lugar de bienvenida.

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